Queremos trabajar

Los empresarios del comercio, los servicios e industria nos preguntamos ¿por qué no podemos trabajar? Nos piden que cuidemos nuestra salud y la de los demás y entendemos que eso está bien, pero advertimos que si todo sigue como está, vamos a quedarnos sin nuestras empresas.

Nos piden que cuidemos nuestra salud y la de los demás y entendemos que eso está bien, pero advertimos que si todo sigue como está, vamos a quedarnos sin nuestras empresas.
Si no tenemos cómo financiarnos, sin actividad, sin que los bancos nos presten dinero y con un estado que nos deja librados a la más completa deriva ¿qué va a ser de la economía nacional?.

Nos piden que tengamos paciencia y contribuyamos y más del 60% de las pequeñas y medianas empresas tenemos facturación cero. Estamos condenados a la ruina.

Ya hemos dicho que los negocios que cerraron por más de 30 días difícilmente puedan volver a abrir. La crisis que ya lleva en la Argentina más de 10 años, tenía a nuestros comercios, industrias, empresas de servicios, constructoras u hoteles con la difícil tarea de subsistir. El aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado desde hace más de un mes vino a dar una estocada final, al no agregar mas que indicaciones y medidas económicas que son parciales, sin llegar a los aspectos y problemas profundos, los cuales siguen sin respuesta.

No es lógico que tengamos permiso para salir a caminar, cuidando un aspecto mas de la salud y descuidando el derecho a la subsistencia. Parece no importar que una vez superada la fase más grave de la pandemia no va a quedar más que hambre.

Le propusimos al gobierno abrir nuestras empresas cuidando a nuestros empleados (de eso sabemos) y a los clientes y se rechazó nuestra propuesta. Hemos elevado una serie de medidas de salvataje para sostener este parate y recibimos igual respuesta.

Está visto que la riqueza es generada exclusivamente por el sector privado que hoy está confinado a la más desastrosa parálisis de su historia. Hace una década las empresas no pueden generarla pero podían sostener, a pesar de la inflación, impuestos altísimos y una contexto general muy desfavorable, al menos, sus  instalaciones y personal. Hoy no sabemos qué vamos a hacer.

Los que podamos llegar al final del aislamiento ¿Con qué nos vamos a encontrar cuando regresemos?. Las proyecciones más positivas hablan de un 50% de pobreza.  Esta cifra horrorosa parece pequeña si pensamos cuantas pymes ya no podrán levantarse, dejando sin trabajo a sus propietarios y a una gran parte de la mano de obra que son las empleadas por este sector.

Nos piden que no salgamos. A los monotributistas que no se ganen su dinero diario, a los comercios que dejemos de atender a los pocos clientes que teníamos, a las industrias que dejen la baja producción que desarrollaban y a cientos de empresas de servicios, que dejen de prestarlo. Parece una situación fácil de proyectar , pero nada realista.

Los pequeños y medianos empresarios entendemos que no hemos sido incluidos dentro de la planificación de esta situación. Cuidando fuertemente a un sector de la sociedad se ha dejado a otro librado a su suerte.

Queremos trabajar.

Cuando no haya quienes contribuyan, no habrá qué darle a la Salud, cómo sostener a la clase política o qué repartirle a los sectores más carenciados.

Daniel Ariosto 

Presidente de UCIM

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